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La gran urgencia del momento presente es la de hombres nuevos y sacerdotes nuevos. El documento de Medellín señaló con razón que "no habrá continente nuevo, sin hombres nuevos", y Pablo VI en su Exhortación Evangelii Nuntiandi ha afirmado también que: "la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio" (N. 18).
Pablo VI nos ha dicho también que "para un mundo cada vez más secularizado nada hay más necesario como esta Renovación que el Espíritu del Señor está suscitando en los lugares y ambientes más diversos" (Mayo 19 de 1975).
Si el Señor nos ofrece hoy también la "Promesa del Padre", si nos invita a recibir la plenitud de su Espíritu para que renovados por Él podamos ser sus testigos y sus ministros, debemos abrirnos a su acción renovadora y pedirle que reviva la gracia que está en nosotros y que recibimos por la imposición de las manos. Necesitamos renovarnos por la acción del Espíritu que "hace nuevas todas las cosas" para ser sus instrumentos en esta gran Renovación de la Iglesia.
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